lunes, 28 de mayo de 2007

Escalofriante...


El mundo en el que vivimos se está desmoronando. No sólo me refiero al cambio climático, que ya con eso tendríamos bastante, sino también al declive al que se está viendo abocada nuestra sociedad. ¿Cómo es posible que seas vecino de una señora que lleva muerta seis años y no te des cuenta hasta que por casualidad te acuerdas de que hace mucho tiempo que no la ves? No hace falta que uno sea íntimo de sus vecinos, pero !seis años! Y, ¿cómo es posible que un niño de veinte años asesine a su ex-novia y a la madre de ésta en su propia casa? ¿Cómo puede ser que desaparezca en el mundo un niño cada minuto y que no se encuentren nunca más? Robos, asesinatos, accidentes,... indiferencia al fin y al cabo de una sociedad que se agota, en la que ya no puedes confiar ni en tus vecinos. Realmente escalofriante...

Mi madre es mi hija


Tras 26 años de vida pensando que tenía una madre, me he dado cuenta de que realmente es mi hija. Cuando me fui a estudiar fuera hace ocho años, la que tuvo el síndrome del nido vacío fui yo, ella me llamaba todos los días para darme ánimo y consolarme, porque mis padres ya no estaban en mi nuevo hogar. Cada vez que tiene un problema yo la aconsejo, pero claro sólo aconsejarla, la última decisión la toma ella (tienen que ser ellos los que aprendan de sus propios errores). Cuando está triste acude a mi en busca de mi cariño y mis charlas morales. Y yo le hago la comida para cuando ella llega de trabajar. Si es que sólo tengo que escucharla para saber si le pasa algo o no. La conozco como si la hubiera parido. Realmente mi madre es mi hija.

lunes, 21 de mayo de 2007

Los libros están al lado de los zapatos


Mi habitación es un mundo caótico, ya antes de ser habitación lo era. Hay un popurrí de cosas inútiles por todas partes y estoy empezando a preocuparme, ya que creo que es síntoma del síndrome de Diógenes. Nunca me deshago de nada, porque realmente todo lo que tengo tuvo un gran valor para mi en su momento: fotos, cuadernos, apuntes, miles de bolígrafos, agendas, cd's, películas, latas de colores, cajitas, flores secas y artificiales, fundas de cosas, manuales de instrucciones, cajas, velas,... pero lo más curioso de todo y algo en lo que no había reparado hasta el otro día, es que mis libros comparten estantería con mis zapatos. Y la verdad es que todo el mundo debiera organizar sus estanterías de esta manera, porque si se piensa bien la relación entre libros y zapatos es más estrecha de lo que pudiera parecer en un principio. Cuando lees uno de esos libros que nunca terminas porque son un tostón infumable, luego lo dejas olvidado en la estantería. Pues lo mismo sucede con los zapatos de tacón que expresamente te compraste para una fiesta y te dejaron los pies molidos, nunca más te los vuelves a poner. Sólo a veces te entran tentaciones de continuar lo que empezaste, y retomar los zapatos y reestrenar tu lectura. Pero te acabas dando cuenta de que lo mejor que puedes hacer es dejarlos que compartan estantería. Yo tengo dos llenas de zapatos y libros inútiles.

miércoles, 16 de mayo de 2007

NEVERMORE (emulando a Poe)


Turned into the same routine again, painful feelings, painful thoughts, painful heart. Distance... maybe. Tears... not useful now. How can it be? I had gone out of the circle but now I'm in it again, spinning and spinning that is my fate. Alcohol cannot clean my inner self, it just dissipates momentaneously the truth. But what is the truth? Am I stupid? Everything is going downwards, touching the floor under my feet, throwing my heart, smashing it into pieces to form a never-reconstructing puzzle. Painful heart? NEVERMORE! Something really good must be waiting for me out this putrid miasma. No one will ever be able to entirely join the pieces. Too much cigarettes in my lungs. Loneliness again. But...

...NEVERMORE.

El condensador de fluzo


A veces podemos cambiar nuestro destino, pero sólo a veces. Sólo cuando tenemos el poder de ver nuestro futuro y entonces tenemos que cambiar nuestro destino para que el futuro sea de nuevo incierto. Y así sucesivamente hasta que llegue el momento en el que destino y futuro se crucen, momento en el que ya no podremos hacer nada. Hasta ese mismo instante distrutemos de nuestro poder. !Quién tuviera un Delorian con un condensador de fluzo!

martes, 15 de mayo de 2007

Superhombres, sólo existen los de Nieztsche


Mi padre es lo más cercano a un superhombre que conozco: se levanta a las siete de la mañana, se asea, hace la cama (cuando mi madre ya se ha ido a trabajar), va a su trabajo (donde es el mejor), vuelve a casa, hace la comida para toda la familia (con postre incluido), recoge la cocina, plancha la ropa, limpia la casa, cuida de su padre, mima a mi madre, ayuda a sus hijos, tiene tres carreras (más la de toda su vida), es agricultor, fontanero, apicultor, soldador, es paciente (demasiado), gracioso, cariñoso, toca la guitarra, canta mientras cocina,... Pero aún así a veces le pierde su humanidad, tiene defectos, como todos. Si mi padre entonces no es un superhombre, ¿quién lo es? Superhombres, sólo existen los de Nietzsche.

La sombra del ciprés es alargada


Tenía prisa, llegaba con el tiempo justo y mi cabeza no dejaba de darle vueltas al tema de siempre... pero de repente vi mi sombra en las escaleras y pensé: la sombra del ciprés es alargada... y la mía también. Mi sombra es alargada cuando a las cinco y veinte de la tarde le da a mi cuerpo el sol con perspectiva por la derecha. El sol me hace un picado. Ya lo dijo Delibes, la sombra del ciprés es alargada. También el sol le hace un picado al ciprés. La tarde está llegando a su fin y mi sombra se alarga hasta deshacerse en la noche, donde todo es sombra. LLegué a tiempo por una vez.

Los espigadores y la espigadora




El otro día vi un documental de Agnes Varda, una cineasta original, genial, que se dedica a atrapar camiones con sus manos cuando va dentro de un coche. El documental se titulaba Los espigadores y la espigadora, y nos enseñaba con una óptica muy especial y muy particular cómo hay gente que vive de los alimentos que tiramos los demás, esos son los espigadores. Gente que acude al mercado cuando la actividad cesa y recoge la fruta o verdura que a lo mejor nosotros no queremos porque tiene mal aspecto (!mundo superficial! todo tiene que tener buen aspecto por fuera para funcionar en la sociedad), personas que no llegan a fin de mes y se van a los campos de patatas a por los tubérculos que las empresas distribuidoras no quieren porque no tienen la forma o el tamaño adecuado (veis, todo ha de ser perfecto). Y son miles los restos que dejamos, con ellos puede vivir la otra mitad del mundo que no tiene la suerte de comprar comida perfecta. Nada más ver el documental me conciencié, es decir, reflexioné. Los dos días siguientes estuve intentando no tirar comida y aprovechar las cosas, pero una semana después tres bolsas de basura se acumulan en mi cocina cada noche, con cientos de restos de frutas, verduras, congelados, yogures, etc. que servirían para alimentar a otra familia entera. Creo que tengo que empezar a vivir de mi propia basura, es lo que deberíamos hacer todos, esa es la verdadera concienciación.

La indigencia y la cursilería



Aquí tenemos la viva imagen del mundo superficial y sin valores en el que vivimos, un mundo en el que ricos y pobres conviven en los mismos lugares, sin que por ello unos interfieran en las vidas de los otros. Ciudades en las que a dos calles de los barrios lujosos nos encontramos con lo más marginal. Unos tanto y otros tan poco... Contrastes que pasan desapercibidos ante los ojos de la deshumanización. ¿No sería posible combinar estos dos mundos, mezclarlos, equalizarlos? ¿No sería posible que los ricos dieran parte de su dinero a los pobres y que los pobres dieran humildad a los ricos? ¿Qué nuevos seres surgirían de todo esto? La respuesta está clara: indigentes pero cursis. Bienvenidos.