lunes, 15 de marzo de 2010

La insoportable levedad de mi ser


Tengo las uñas rotas, carcomidas y desconchadas. Hago todo lo posible por ocultarlas, adoptando posturas imposibles de artrítico crónico, consecuencia de un severo nerviosismo que recorre mis venas e inunda mi cuerpo como un rápido y efectivo veneno. Intento succionar la ponzoña a través de mis uñas y pellejo a pellejo mis dientes se deforman, y el veneno regresa adentro más mordaz si cabe, porque el periodo de contacto con la atmósfera no ha servido para amainar sus efectos. Y de repente me siento como flotando, ligera, liviana, inconstante. Y de repente dejo de pensar y me desintegro para luego fusionarme con la materia viva y eterna del universo.

lunes, 1 de marzo de 2010

La última moda en el Tercer Mundo


La última moda en el Tercer Mundo son las chanclas hechas con botellas “biodegradables” de plástico, de esas que todos tenemos pululando por la nevera. Eso sí, vacías y bien aplastadas, y talla única, a medida para cualquier tipo de pies con juanetes y heridas. Para cubrir el cuerpo se llevan las pieles, de esas que aquí se proclama que visten zorras, pero pieles auténticas nada de sintéticas. Los abalorios, grandes, coloristas, tallados en metales nobles o engarzados en mineral de roca. Lo que aquí consideraríamos como alta joyería, para ellos mera bisutería, ni eso. Pero lo que más se lleva en el Tercer Mundo son los cuerpos esbeltos, las medidas perfectas, los 90-60-90 en su máximo apogeo, fruto de la bulimia, la anorexia y demás problemas alimenticios. La próxima temporada de primavera-verano se lleva la muerte por sequía, la muerte por SIDA, la muerte por beber aguas estancadas, la muerte por inanición y la muerte por revueltas entre pueblos cercanos. Ningún diseñador de renombre quiere perderse los grandes desfiles del próximo año, y derrocharán imaginación y garbo para dotar a la moda tercermundista de un punto más glamuroso del que ya tiene.