sábado, 20 de febrero de 2010

La máquina del tiempo


Cuando me levanto por la mañana, caliento mi café en el microondas, y por sorpresa el café aparece en el salón. Vuelvo a la cocina y abro la minipuerta metálica, que da paso a mi máquina del tiempo, a mi máquina de partículas que se teletransportan, y me intento meter dentro, empujando mis antebrazos con fuerza, haciéndome pequeña y sintiendo cómo mi cuerpo se rompe en pequeños pedazos que vuelan por el aire. Minuto y medio, porque me gusta la leche muy caliente, y de repente aparezco en mi salón, bebiendo a sorbos lentos una taza de café que junto a mi cuerpo ha viajado en el tiempo.

No hay comentarios: