lunes, 15 de marzo de 2010

La insoportable levedad de mi ser


Tengo las uñas rotas, carcomidas y desconchadas. Hago todo lo posible por ocultarlas, adoptando posturas imposibles de artrítico crónico, consecuencia de un severo nerviosismo que recorre mis venas e inunda mi cuerpo como un rápido y efectivo veneno. Intento succionar la ponzoña a través de mis uñas y pellejo a pellejo mis dientes se deforman, y el veneno regresa adentro más mordaz si cabe, porque el periodo de contacto con la atmósfera no ha servido para amainar sus efectos. Y de repente me siento como flotando, ligera, liviana, inconstante. Y de repente dejo de pensar y me desintegro para luego fusionarme con la materia viva y eterna del universo.

No hay comentarios: