martes, 16 de diciembre de 2008


Siempre nos hacemos una imagen equivocada de los demás, y siempre es mejor o peor de lo que luego la persona es en realidad. De ahí salen las grandes amistades y también las grandes decepciones. De la primera opción saldrán futuros chascos y de la segunda saldrán barreras que te impedirán confiar en otra gente. Con lo cual se nos plantea un resultado bastante desolador, aunque bastante realista por otra parte: no se puede confiar ni en uno mismo. Porque nosotros también nos decepcionamos a nosotros mismos muchas veces, de hecho, éstas son las peores decepciones, los peores chascos. Es complicado llegar a conocerse a un nivel tal, que tus actos, pensamientos, palabras,… no lleguen nunca a hacerte sentir mal. ¿Quién eres de verdad? ¿Quién eres cuando ni si quiera tú mismo sabes quién eres? ¿Eres una decepción? ¿Si eres una decepción para ti mismo lo eres también para los demás? ¿Puedes ser decepcionante sin decepcionar a los demás? ¿Será que cuando uno se conoce a sí mismo, jamás se puede sentir decepcionado y por lo tanto, jamás nadie lo decepcionará? Me siento perdida en el universo de mí misma, y me parece que he perdido la memoria y los recuerdos porque no sé quién soy, y por eso sólo puedo decepcionarte.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

pero dios...

Anónimo dijo...

dios no tiene nada que ver en esto...

ayreonauta dijo...

Si no tuviera nada que ver, ¿para qué negarlo?