
Me dejó de gustar cuando comenzó su obsesión por las marcas blancas. Un síntoma más de su avanzado estado de tacañería y egoísmo, y que dejaba mi piel seca, al igual que mis ganas de darle un beso después del último sorbo del café de la mañana.
Acaso fue timidez
o sólo es miedo a romperme más
y no acostumbro a verte reír
no te sobran motivos, no.
Llévame a aquel lugar
donde el viento no sopla…
tú has recubierto de fragilidad
el estado de las cosas.
Y esperaré a que nadie nos mire,
bajaré la voz y te recordaré
que lo correcto no siempre es lucidez…
Y aunque sé que pido respuestas,
yo no las daré, no me expliques
que algún día seguro dormirás…
en el lugar donde te mereces.
Todo a mi alrededor me da vueltas
da vueltas, el clandestino poder de pensar
que nunca más te merezca, no.
en el lugar donde te mereces…